Santos Basilio Magno y Gregorio Nacianceno, obispos y doctores de la Iglesia. (MO). Blanco. Tiempo de Navidad.
1Jn 2, 22-28; Sal 97, 1-4.
Evangelio según San Juan 1, 19-28
Este es el testimonio que dio Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén, para preguntarle: «¿Quién eres tú?». El confesó y no lo ocultó, sino que dijo claramente: «Yo no soy el Mesías». «¿Quién eres, entonces?», le preguntaron: «¿Eres Elías?». Juan dijo: «No». «¿Eres el Profeta?». «Tampoco», respondió.
Ellos insistieron: «¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?» Y él les dijo: «Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías». Algunos de los enviados eran fariseos, y volvieron a preguntarle:
«¿Por qué bautizas, entonces, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?».
Juan respondió: «Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no conocen: él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia».
Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán donde Juan bautizaba.
Ciclos vitales
Constantemente estamos cambiando de etapas. Finales y principios de cursos, de temporadas, de años… terminar y recomenzar forman parte de la vida. Y siempre es útil, cuando llega un momento de cambio, echar la vista a lo que se va, para aprender de ello, y echar la vista a lo que viene, para proyectar, planificar, soñar y construir. Un año nuevo, por ejemplo. Tiempo de cambios. Cambio de actividades, de ritmo, quizás de lugares. En algunas latitudes empieza el verano. En otras sigue el curso con sus rutinas. Pero el tiempo, en todo caso, va marcando sus cambios. Hemos soñado, rezado, crecido. Habrá habido golpes o alegrías, palabras o silencios, descubrimientos y aprendizajes… Y Dios también presente, en todo ello.
Enséñame, Señor, a aprender de lo vivido. A que la vida no pase por mí sin dejar huella. A que los nombres vayan quedando asociados a memorias fecundas. Enséñame a aprender de los aciertos y los errores. De lo que en los últimos tiempos me ha ayudado a crecer y lo que me ha impedido avanzar. Enséñame a admitir los fracasos que hayan podido llegar y a celebrar las victorias sin perder la humanidad. Dame, Señor, una memoria capaz de evocar, agradecer y pedir perdón por lo que haya podido ser injusto…
Ayúdame, Señor a mirar al futuro e imaginar posibilidades. Fijarme metas. En relación con las gentes, con lo que hago, con la vida. Metas para los momentos de descanso. Para el trabajo. Para el descanso. Coger las riendas de mi tiempo. Seguir abriendo la vida a las personas. Querer cimentar algo con mi historia. ¿Qué puedo construir? Puentes para unir a quien está separado. Mesas donde puedan tener cabida los que nadie quiere. Casas que sean refugio para quien tiene miedo. Palabras que lleguen al solitario. Nuevos caminos que conduzcan a tierras fértiles, que produzcan, para todos, alegría, tolerancia, justicia y comprensión. Puedo hacer tantas cosas que solo tengo que intentar salir de la rutina, de lo ya conocido, y arriesgarme a saltar al vacío.
Pastoral SJ.