4° de Cuaresma. Morado.
Sb 2, 1. 12-22; Sal 33, 17-21. 23.
Evangelio según San Juan 7, 1-2. 10. 14. 25-30
Jesús recorría la Galilea; no quería transitar por Judea porque los judíos intentaban matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las Chozas. Cuando sus hermanos subieron para la fiesta, también Él subió, pero en secreto, sin hacerse ver. Promediaba ya la celebración de la fiesta, cuando Jesús subió al Templo y comenzó a enseñar.
Algunos de Jerusalén decían: «¿No es este aquel a quien querían matar? ¡Y miren como habla abiertamente y nadie le dice nada! ¿Habrán reconocido las autoridades que es verdaderamente el Mesías? Pero nosotros sabemos de dónde es este; en cambio, cuando venga el Mesías, nadie sabrá de dónde es». Entonces Jesús, que enseñaba en el Templo, exclamó: «¿Así que ustedes me conocen y saben de dónde soy? Sin embargo, yo no vine por mi propia cuenta; pero el que me envió dice la verdad, y ustedes no lo conocen.
Yo sí lo conozco, porque vengo de él y es él el que me envió». Entonces quisieron detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él, porque todavía no había llegado su hora.
40 acciones que transformarán tu vida en esta cuaresma
Ser amable. La amabilidad es un valor social que se funda en el respeto, el afecto y benevolencia para relacionarnos con los demás. La amabilidad es fundamental para relacionarnos de una manera positiva y satisfactoria con los otros. Esta actitud con los demás, en realidad es un reflejo de la relación que tenemos con nosotros mismos. El respeto y afecto hacia el otro manifiesta el grado de conformidad que tenemos con nuestra vida. Por el contrario, la antipatía, desconsideración, descortesía o grosería expresa el grado de conflicto interno con que vive una persona. Ayunemos hoy de gestos y palabras antipáticos y llenemos nuestro interior de palabras y gestos amables.
Javier Rojas, SJ.