Feria. Morado.
Dn 13, 1-9. 15-17. 19-30. 33-62 (o breve: Dn 13, 41-62); Sal 22, 1-6.
Evangelio según San Juan 8, 1-11
Jesús fue al monte de los Olivos. Al amanecer, volvió al Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y comenzó a enseñarles. Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio de todos, dijeron a Jesús: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices?”. Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo con el dedo. Como insistían, se enderezó y les dijo: “Aquel de ustedes que no tenga pecado, que arroje la primera piedra”. E inclinándose nuevamente, siguió escribiendo en el suelo. Al oír estas palabras, todos se retiraron, uno tras otro, comenzando por los más ancianos. Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí, e incorporándose, le preguntó: “Mujer, ¿dónde están tus acusadores ¿Nadie te ha condenado?”. Ella le respondió: “Nadie, Señor”. “Yo tampoco te condeno le dijo Jesús–. Vete, no peques más en adelante”.
40 acciones que transformarán tu vida en esta cuaresma
Discernir. Discernir antes de actuar es un arte fundamental en la vida, ya que nos permite tomar decisiones fundada en la reflexión serena y pausada y evitar arrepentimientos innecesarios. En un mundo en el que a menudo se espera que tomemos decisiones rápidas, es fácil caer en la tentación de actuar impulsivamente. Sin embargo, al pausar y tomarse un momento para discernir, podemos sopesar las opciones y elegir el curso de acción más sabio y efectivo. Hoy tómate un tiempo para reflexionar sobre el paso que tienes que dar en tu vida y ayunemos de decir o actuar apresuradamente.
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Javier Rojas, SJ.