San Felipe Neri. (MO). Blanco.
Hech 25, 13b -21; Sal 102, 1-2. 11-12. 19-20ab.
Evangelio según San Juan 21, 15-19
Después de la aparición a la orilla del lago, Jesús resucitado dijo a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?”. Él le respondió: “Sí, Señor, Tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis corderos”. Le volvió a decir por segunda vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”. Él le respondió: “Sí, Señor, sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas”. Le preguntó por tercera vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?”. Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: “Señor, Tú lo sabes todo; sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas. Te aseguro que cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras”. De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: “Sígueme”.
Las dificultades
Las personas tenemos la capacidad para convertir cualquier situación en una instancia de aprendizaje. Toda experiencia es un momento para que aprendamos a ser más fuertes y más sabios.
Las dificultades son prácticamente inevitables, pero también son imprescindibles para crecer y madurar. Nadie que no haya enfrentado y superado momentos difíciles, puede decir que ha madurado en su fe.
Jesús dijo; “Cuando yo me vaya no los dejaré solos, mi Padre les enviará el Espíritu Santo que le enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que le he dicho” (Jn 14, 26)
El Padre nos ha dado el Espíritu Santo para que nos acompañe con sus siete dones y podamos superar las dificultades de nuestra vida. A través de cada uno de los dones del Espíritu Santo sentimos su presencia y cuidado para que nuestra vida resulte más plena.
¿Sabías que, con los dones del Espíritu Santo, es como Dios nos cuida para que vivamos mejor y en armonía con todos? Los dones del Espíritu Santo son siete: sabiduría, entendimiento, consejo, fuerza, ciencia, piedad y temor de Dios. Cada uno de ellos son regalo divino que nos ayudan a crecer espiritualmente y a vivir una vida plena y feliz.