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Misa a elección. 7° de Pascua. Blanco.
San Agustín de Cantorbery, obispo.(ML). Blanco.
Hech 28, 16-20. 30-31; Sal 10, 4-5.7.

Evangelio según San Juan 21, 19-25

Jesús resucitado había anunciado con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Pedro, volviéndose, vio que lo seguía el discípulo al que Jesús amaba, el mismo que durante la Cena se había reclinado sobre Jesús y le había preguntado: “Señor, ¿quién es el que te va a entregar?”. Cuando Pedro lo vio, preguntó a Jesús: “Señor, ¿y qué será de éste?”. Jesús le respondió: “Si Yo quiero que él quede hasta mi venida, ¿qué te importa? Tú sígueme”. Entonces se divulgó entre los hermanos el rumor de que aquel discípulo no moriría, pero Jesús no había dicho a Pedro: “Él no morirá”, sino: “Si Yo quiero que él quede hasta mi venida, ¿qué te importa?”. Este mismo discípulo es el que da testimonio de estas cosas y el que las ha escrito, y sabemos que su testimonio es verdadero. Jesús hizo también muchas otras cosas. Si se las relatara detalladamente, pienso que no bastaría todo el mundo para contener los libros que se escribirían.

Ven Espíritu Santo

Ven Espíritu Santo para que aprenda
a vivir con libertad interior.
Ayúdame a desprenderme de mis planes
cuando la vida me los modifique.

Toca mi corazón para que confíe
en tu protección amorosa.
Serás mi poderoso protector
en medio de toda dificultad.

Derrama en mí tu vida, intensa y
armoniosa, para que no me resista al
cansancio, al desgaste, a los cambios,
y para que no busque falsas
seguridades.

Enséñame a aceptar con serenidad
y fortaleza los límites variados de cada
día y las cosas imprevistas.

Líbrame de toda resistencia
interior contra la realidad.

Ayúdame a confiar, Espíritu Santo,
sabiendo que también de los males
puedes sacar algo bueno.

Enséñame a vencer mis nerviosismos
y tensiones, para enfrentar con calma y
seguridad interior todo lo que me suceda.

Destruye toda desconfianza para que
pueda descansar en tu presencia,
entregarme a tus brazos, sin pretender escapar
de tu mirada de amor.

Vive conmigo Señor, enfrenta conmigo
los desafíos y las dificultades que
ahora tengo que resolver.

Porque contigo todo terminará bien.
¡Ven Espíritu Santo, amén!

Victor Manuel Fernández