Feria. Verde.
Éx 19, 1-2. 9-11. 16-20; [Sal] Dn 3, 52-56.
Evangelio según San Mateo 13, 10-17
Los discípulos se acercaron y le dijeron: «¿Por qué les hablas por medio de parábolas?». El les respondió: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden. Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: “Por más que oigan, no comprenderán, por más que vean, no conocerán. Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no oigan, y su corazón no comprenda, y no se conviertan, y yo no los cure”. Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen. Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron.
No contentarse
No hay que contentarse con no sentir turbaciones, o tentaciones, o sentimientos malos, vanidad o imperfecciones, como sucede a los tibios o perezosos […] No te con- tentes, por tanto, con no bajar, o no perder, o no retroceder. Aspira con todo tu cora- zón a subir y crecer en el proceso interior, no por miedo a bajar, retroceder o caer, sino por amor a la santidad […] De esa manera podrás llegar al amor de Dios solo por el mismo Dios.
Pedro Fabro, SJ.
25 de julio de 1542, MFab 518-519.