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(Santa Teresita del Niño Jesús). 26° durante el año. Verde.
Ez 18, 24-28; Sal 24, 4-9; Flp 2, 1-11; Mt 21, 28-32.
Semana 2ª del Salterio.

Evangelio según San Mateo 21, 28-32

Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: “¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos y, dirigiéndose al primero, le dijo: ‘Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña’. Él respondió: ‘No quiero’. Pero después se arrepintió y fue. Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y éste le respondió: Voy, Señor’, pero no fue. ¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?”. “El primero”, le respondieron. Jesús les dijo: “Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios. En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él”.

Puntos para tu oración

Jesús se acerca a Jerusalén para vivir su Pasión, continúa tratando de ayudar a sus enemigos a recapacitar y a aceptar su mensaje. Para eso, utiliza la Parábola de los dos Hijos. Ésta se escribió
en un momento crítico de la historia de Israel: el pueblo escogido, que había dicho sí a
Dios a través de su historia, no reconoció al Mesías. Por otra parte, los pecadores, los que vivían fuera de la ley mosaica, eran los que estaban reformando sus vidas en respuesta a la prédica de Jesús. El hijo que finalmente obedeció a su padre era como los cobradores de impuestos y las prostitutas que aparecían constantemente en el ministerio de Jesús. La parábola presenta un fuerte desafío a
los judíos de que los que eran considerados pecadores se les han adelantado en el reino. Mateo nos recuerda que la conversión de los pecadores ya había comenzado con Juan el Bautista a quien las autoridades religiosas también rechazaron y finalmente asesinaron. Entonces, a través de esta parábola, Jesús, nos quiere enseñar que las palabras, si no van acompañadas de las acciones, no tienen
valor alguno. Lo importante no son los discursos, las frases hermosas, y las promesas, sino hacer la voluntad de Dios, y reconocer que en Cristo está nuestra fortaleza, y nuestra esperanza.

Gustavo Monzón, SJ.

No te desanimes si intentando ser bueno, fallas

«Es usted como un niño pequeño que empieza a tenerse en pie y aún no sabe andar. Quiere llegar a lo alto de una escalera para encontrarse con su madre, y levanta su piececito intentando subir el primer peldaño. En vano; cae y recae sin poder adelantar.

Pues bien, sea usted como ese niño. En la práctica de las virtudes levante su pie para subir la escalera de la santidad, pero no se crea capaz de llegar ni al primer peldaño. Dios nuestro Señor no pide más que su buena voluntad.

Desde lo alto de esa escala, Él la mira con amor; vencido por la inutilidad de sus esfuerzos, no tardará Él en bajar y tomándole en sus brazos la llevará para siempre a su reino.

La santidad no consiste en tal o cual práctica; consiste en una disposición del corazón que nos mantiene humildes y pequeños en los brazos de Dios, conscientes de nuestra debilidad, y plenamente confiados en su bondad de Padre ¡Pero qué pocas almas viven en esta disposición!…

Hemos de resignamos a permanecer siempre pobres y débiles, y esto es lo difícil; amemos nuestra pequeñez, nuestra impotencia; entonces seremos pobres de espíritu, y Jesús bajará hasta nosotros y nos transformará en incendio de amor.»

Teresita del Niño Jesús.