Feria. Verde.
Rm 8, 18-25; Sal 125, 1-6.
Evangelio según San Lucas 13, 18-21
Jesús dijo: “¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré compararlo? Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció, se convirtió en un arbusto y los pájaros del cielo se cobijaron en sus ramas”. Dijo también: “¿Con qué podré comparar el Reino de Dios? Se parece a un 0poco de levadura que una mujer mezcló con gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa”.
Se ama con las manos
Hace poco aprendí como se ama.
Lo aprendí cuando vi las manos de una madre arrumando a su hijo.
Lo aprendí cuando vi las manos de la señora sosteniendo ese libro inmenso para volver a leer a los niños ese cuento que tanto les gusta.
Lo aprendí cuando vi las manos de un niño acariciando a un perrito callejero.
Lo aprendí cuando vi las manos de un médico curando con delicadeza cada una de las heridas de un enfermo.
Lo aprendí cuando vi las manos de unos abuelos entrelazarse para caminar juntos por un rato.
Lo aprendí cuando vi las manos de unos jóvenes que plantaban árboles por toda la ciudad.
Lo aprendí cuando vi las manos de un padre acompañando a su hijo a la escuela.
Lo aprendí cuando vi las manos de un músico que tocaba por décima vez en su guitarra la misma melodía que lo seguía emocionando.
Lo aprendí cuando vi las manos de unas mujeres tejiendo mantas para los bebés que estaban en un hospital.
Lo aprendí cuando vi las manos de un grupo de chicos recolectando juguetes para llevarle a unos niños.
Lo aprendí cuando cuando vi las manos de unos viejos amigos estrechándose cálidamente.
Lo aprendí cuando vi las manos de un bombero rescatando a alguien de un incendio.
Lo aprendí cuando vi todas esas manos juntas abrazando el dolor ajeno, compartiendo las alegrías, sostiéndose para que nadie caiga.
Lo que aprendí entonces fue que se ama con las manos o no se ama.
Cecilia Sosa.