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La Epifanía del Señor. (S). Blanco. Tiempo de Navidad.
Is 60, 1-6; Sal 71, 1-2. 7-8. 10-11. 12-13; Ef 3, 2-3a. 5-6.

Evangelio según San Mateo 2, 1-12

Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: -«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo».
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.
Ellos le contestaron: -«En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: «Y tú, Belén, tierra de Judea, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judea, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel.»»
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:- «Vayan y averiguen cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encuentres, avisadme, para ir yo también a adorarlo».
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.
Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.

Seguir la estrella

En este recorrido que hacen los Magos está simbolizado el destino de toda persona. Nuestra vida es un camino iluminado por luces que nos permiten ver el sendero, que nos lleva a Jesús y al ideal de cada uno, o a la propia vocación, es el símbolo del recorrido de vida, reflejado por una estrella.

El símbolo de aquellos que son capaces, como estos magos, como estos sabios, de dejar de lado razonamientos y cálculos, siguiendo el corazón del que no se avergüenza por seguir una estrella, se lanza tras ella, porque la memoria del corazón les dice que al final del camino se encontrarán con algo maravilloso.

Hay que estar abierto a lo impredecible, es decir, a las sorpresas, donde la meta no puede ser predicha con certeza, esto siempre tiene un componente de regalo.

Como dice Pérez Reverte  “Todo viaje conlleva a algo que incluso tiene más importancia que el propio viaje, que es la necesidad de ir más allá de lo conocido y de descubrir al otro”, es interesante esta reflexión desde lo humano.

En fin, los reyes magos partieron y se aventuraron. Y lo que tenia que pasar les pasó a los magos, como nos suele pasar a nosotros, la estrella de golpe se escondió. Y aquellos hombres quedaron solitos y desamparados, quedaron lejos de su patria, lejos de la meta de su viaje, en fin, otros se habrían acobardado, lo lógico es que hubieran pegado la vuelta, pero la fe que ardía en sus corazones no se los permitía, por eso este camino tenía una sola dirección, un solo camino, que era seguir hacia delante.

Los reyes magos se aventuraron a seguir la estrella, y no se dejaron detener por la mansión tenebrosa del Rey Herodes. Todo el mundo estaba edificado sobre el poder, el prestigio, el tener, la corrupción, y de golpe entra en crisis por un niño , esta es la paradoja, un niño los desbarata, los pone en tensión. A todo ese mundo inflado que hoy tiene su correlato, no hace falta ser muy genial para encontrar el paralelo en nuestros tiempos.

Los magos consiguieron superar ese momento crítico de oscuridad, porque se animaron a creer en las escrituras, que señalaban a Belén como el lugar donde debía nacer el Mesías. Los magos supieron encontrar esta luz de la astucia, cuando después de regreso a sus tierras, después de encontrarse con el Niñito y adorarlo, decidieron no pasar por el palacio tenebroso de Herodes, tal como él les había pedido, sino que marcharon por otros caminos.

Siempre hay un camino de regreso, cuando uno se encuentra con el Niñito Dios, siempre volvemos por otro camino, volver por otro camino como símbolo de la conversión.

En definitiva -dijo- las personas somos como las estrellas, iluminamos a la gente que tenemos a nuestro alrededor, en fin, ojalá que esta fiesta ayude como el ejemplo de estos magos, que nos dicen: “¡Vamos! salgamos de estos lugares cómodos”. En fin… los tres reyes magos salieron no para conquistar el mundo, si no para adorar a un recién nacido.

Ángel Rossi, SJ.