2° Lunes de Cuaresma. Morado.
Dan 9, 4b-10, Sal 78, 8-9. 11. 13.
Evangelio según San Lucas 6, 36-38
Jesús dijo a sus discípulos: “Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.
No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes”.
La paz interior es un regalo que te das a ti mismo. Tómate un momento cada día para encontrar esa paz.
«La paz es un regalo que te obsequias a ti mismo. No viene de ningún otro lado sino de tu interior. Es una decisión que tomas contigo mismo. Se trata de un estado de serenidad y quietud que emana de la comprensión y la aceptación personal. No es algo que pueda ser impuesto o forzado, sino más bien algo que se desarrolla con paciencia y comprensión.
Dedica un momento diario para conectar contigo mismo y hallaras la paz. En medio del bullicio cotidiano, es sencillo extraviarse en el ruido y la confusión. Sin embargo, al tomarte un instante para respirar, para concentrarte en el ahora y soltar lo que no puedes controlar, puedes hallar la paz y tranquilidad en tu interior.
Albert Einstein expresó alguna vez: ‘La paz no puede ser mantenida por la fuerza; solo puede lograrse a través del entendimiento’. Este pensamiento subraya que la auténtica paz no se alcanza mediante el dominio o la coacción, sino mediante la comprensión, la empatía y la capacidad de soltar. Al comprender a los demás, y aún más crucial, al comprendernos a nosotros mismos, podemos alcanzar una paz perdurable.
Por lo tanto, ten presente que la paz es un regalo que te otorgas a ti mismo. No es algo que se pueda adquirir o ganar, sino algo que florece dentro tuyo. Y una vez que la descubras, te percatarás de que es el presente más preciado que puedes brindarte a ti mismo».
Javier Rojas, SJ.
Camino de Cuaresma.
Una luz en el desierto – Parte 6.