7° de Pascua. Blanco. San Isidro, labrador. (ML). Blanco.
Hech 20, 28-38; Sal 67, 29-30. 33-36c.
Evangelio según San Juan 17, 1b. 11b-19
A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús levantó los ojos al cielo, y oró diciendo: “Padre santo, manifesté tu Nombre a los que separaste del mundo para confiármelos. Cuídalos en tu Nombre –el Nombre que tú me diste– para que sean uno, como nosotros.
Mientras estaba con ellos, yo los cuidaba en tu Nombre –el Nombre que tú me diste–; yo los protegía y no se perdió ninguno de ellos, excepto el que debía perderse, para que se cumpliera la Escritura. Pero ahora voy a ti, y digo esto estando en el mundo, para que mi gozo sea el de ellos y su gozo sea perfecto.
Yo les comuniqué tu palabra, y el mundo los odió porque ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Conságralos en la verdad: Tu palabra es verdad. Así como tú me enviaste al mundo, yo también los envío al mundo. Por ellos me consagro, para que también ellos sean consagrados en la verdad”.
Quedate con nosotros Jesús
¡Quédate con nosotros, Jesús…!
Cuando se apague nuestra fe.
Cuando no veamos tu rostro…
¡Quédate con nosotros, Jesús…!
En los momentos de desengaño,
de dolor y confusión…
¡Quédate con nosotros, Jesús…!
Cuando fracasemos,
cuando sintamos miedo,
cuando queramos huir y abandonarlo todo…
¡Quédate con nosotros, Jesús…!
Cuando nos sintamos débiles,
y la vida nos pese demasiado.
¡Quédate con nosotros, Jesús…!
Cuando nuestro corazón se enfríe,
nos sintamos vacíos,
y nos cansemos de la gente…
¡Quédate con nosotros, Jesús…!
Porque es de noche…,
y tu presencia nos llena de vida,
y queremos vivir siempre contigo…
Manuel J. Fernandez, SJ.