Todos hemos sido derrotados alguna vez y sabemos lo que significa perder. Seguramente vivimos más de un fracaso y, en más de una oportunidad, nos sentimos vencidos. Todos hemos visto, y tal vez en más de una ocasión, como nuestros proyectos y sueños se desvanecen al darnos cuenta de que no podremos alcanzarlos.
A veces nos toca perder, pero otras veces, debemos ganar. Hemos visto también a muchas personas tropezar y caer más de una vez. Incluso, nosotros mismos, nos hemos encontrado en esa misma situación. No debemos condenar a nadie por sus caídas, ni vivir autocastigándonos por los errores o equivocaciones que hemos cometido.
Si hay algo que sí debemos aprender en la vida, y ojalá podamos transmitírselo a los demás, es que siempre, siempre, siempre, tenemos que volver a ponernos de pie y levantarnos. No importa cuánto tiempo nos lleve, debemos hacerlo. Siempre hemos de tener presente que existe una razón para estar de pie, aunque nos sintamos abatidos.
Bertolt Brecht dijo: «Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles».
(…) Jamás hemos de dejar que nos venza el desaliento, la desesperanza, la tristeza, el dolor o sufrimiento, cuando hemos caídos, fracasados e, incluso, nos sintamos arruinados. Debemos luchar para dejar entrar el poder de Dios en nuestra vida y nos llene de paz, de luz y de amor. Solo sabe disfrutar de los triunfos quien aprendió a perder.
Deja que las palabras de Jesús llenen de vida tu espíritu y ponte de pie. Jamás permitas que una situación de dolor por alguna pérdida, fracaso o desilusión, te adormezca el alma. ¡Levántate!, siempre, ¡Levántate!
Javier Rojas, SJ.