No hay que contentarse con no sentir turbaciones, o tentaciones, o sentimientos malos, vanidad o imperfecciones, como sucede a los tibios o perezosos […] No te con- tentes, por tanto, con no bajar, o no perder, o no retroceder. Aspira con todo tu cora- zón a subir y crecer en el proceso interior, no por miedo a bajar, retroceder o caer, sino por amor a la santidad […] De esa manera podrás llegar al amor de Dios solo por el mismo Dios.
Pedro Fabro, SJ.
25 de julio de 1542, MFab 518-519