2° Viernes de Cuaresma. Morado.
Gn 37, 3-4. 12-13a. 17b-28; Sal 104, 16-21.
Evangelio según San Mateo 21, 33-46
En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo esta parábola: «Había una vez un propietario que plantó un viñedo, lo rodeó con una cerca, cavó un lagar en él, construyó una torre para el vigilante y luego la alquiló a unos viñadores y se fue de viaje.
Llegado el tiempo de la vendimia, envió a sus criados para pedir su parte de los frutos a los viñadores; pero éstos se apoderaron de los criados, golpearon a uno, mataron a otro, y a otro más lo apedrearon. Envió de nuevo a otros criados, en mayor número que los primeros, y los trataron del mismo modo.
Por último, les mandó a su propio hijo, pensando: ‘A mi hijo lo respetarán’. Pero cuando los viñadores lo vieron, se dijeron unos a otros: ‘Éste es el heredero. Vamos a matarlo y nos quedaremos con su herencia’. Le echaron mano, lo sacaron del viñedo y lo mataron.
Ahora díganme: Cuando vuelva el dueño del viñedo, ¿qué hará con esos viñadores?» Ellos le respondieron: «Dará muerte terrible a esos desalmados y arrendará el viñedo a otros viñadores, que le entreguen los frutos a su tiempo».
Entonces Jesús les dijo: «¿No han leído nunca en la Escritura: La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra del Señor y es un prodigio admirable?
Por esta razón les digo que les será quitado a ustedes el Reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos».
Al oír estas palabras, los sumos sacerdotes y los fariseos comprendieron que Jesús las decía por ellos y quisieron aprehenderlo, pero tuvieron miedo a la multitud, pues era tenido por un profeta.
La esperanza es como un faro que nos guía a través de la tormenta. Mantén viva la esperanza en tu corazón
“La esperanza es como un faro que nos guía a través de la tormenta. Es esa luz brillante en la distancia que nos recuerda que hay un puerto seguro esperándonos, sin importar cuán furiosa sea la tormenta en la que nos encontramos. Es esa chispa dentro de nosotros que se niega a ser apagada, sin importar cuán oscuro parezca el mundo a nuestro alrededor.
Mantén viva la esperanza en tu corazón. Aliméntala con tus sueños, tus deseos, tus aspiraciones. Permítele crecer con cada acto de bondad que realizas, con cada palabra de amor que pronuncias, con cada gesto de compasión que ofreces. Permítele iluminar tu camino cuando te sientas perdido, y permítele calentar tu alma cuando te sientas frío.
Tales de Mileto dijo una vez, ‘La esperanza es el único bien común a todos los hombres; aquellos que nada tienen aún la poseen’. Esta frase nos recuerda que la esperanza es un regalo que todos llevamos dentro, un tesoro que todos poseemos, sin importar quiénes somos o dónde estamos en la vida.
Así que, no importa lo que estés enfrentando, no pierdas la esperanza. Mantén viva esa luz dentro de ti. Porque la esperanza es como un faro que nos guía a través de la tormenta, y con ella en nuestro corazón, siempre encontraremos nuestro camino a casa”.
Javier Rojas, SJ.
Camino de Cuaresma.
Una luz en el desierto – Parte 7.