Feria. Santa María en sábado. (ML). Verde/Blanco.
Gn 18, 1-15; [Sal] Lc 1, 46-50. 53-55.
Evangelio según San Mateo 8, 5-17
Al entrar en Cafarnaúm, se acercó a Jesús un centurión, rogándole: “Señor, mi sirviente está en casa enfermo de paráli- sis y sufre terriblemente”. Jesús le dijo: “Yo mismo iré a sanarlo”. Pero el centurión respondió: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. Porque cuando yo, que no soy más que un oficial subalterno, digo a uno de los soldados que están a mis órdenes: ‘Ve’, él va, y a otro: ‘Ven’, él viene; y cuando digo a mi sirviente: ‘Tienes que hacer esto’, él lo hace”. Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: “Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe. Por eso les digo que muchos vendrán de Oriente y de Occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob, en el Reino de los Cielos; en cambio, los herederos del Reino serán arrojados afuera, a las tinieblas, donde habrá llantos y rechinar de dientes”. Y Jesús dijo al centurión: “Ve, y que suceda como has creído”. Y el sirviente se sanó en ese mismo momento. Cuando Jesús llegó a la casa de Pedro, encontró a la suegra de éste en cama con fiebre. Le tocó la mano y se le pasó la fiebre. Ella se levantó y se puso a servirlo. Al atardecer, le llevaron muchos endemoniados, y él, con su palabra, expulsó a los espíritus y sanó a todos los que estaban enfermos, para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: “Él tomó nuestras debilidades y cargó sobre sí nuestras enfermedades”.
12 Certezas del Sagrado Corazón – Auxilio en el final
Una certeza, que nos llena de esperanza y nos invita a vivir con plenitud cada día de nuestras vidas, es que en el Corazón de Jesús hay vida eterna.
Sabemos que la muerte es una realidad inevitable en nuestras vidas terrenales. Sin embargo, la certeza número doce nos enseña que la muerte no tiene la última palabra.
Jesús estará presente, extendiendo su mano amorosa para brindarnos consuelo, paz y esperanza. Su presencia nos fortalecerá y nos dará la certeza de que no estamos solos, sino que Él nos acompaña en cada paso que damos hacia la eternidad.
No importa qué temores o incertidumbres podamos tener acerca de la muerte, el Corazón de Jesús es el faro que nos guía y nos da la seguridad. Él nos lleva de la mano a través del umbral de la muerte, hacia la plenitud de la vida en su reino.
No teman el momento final de sus vidas, porque Jesús estará allí para recibirlos y acompañarlos. Él nos ha asegurado que en su reino encontraremos una eternidad de gozo, amor y comunión con Él.
Vivamos cada día con la certeza de que el Corazón de Jesús nos ofrece vida eterna. Que su presencia constante en nuestras vidas nos impulse a amar ya vivir plenamente, sabiendo que al final del camino nos espera un encuentro glorioso con nuestro Señor.
Javier Rojas, SJ.
Red Mundial de Oración del Papa.