San Carlos Lwanga y compañeros mártires (MO). Rojo.
Pe 1, 2-7; Sal 90, 1-2. 14-15a. 15b-16.
Evangelio según San Marcos 12, 1-12
Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos: «Un hombre plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero. A su debido tiempo, envió a un servidor para percibir de los viñadores la parte de los frutos que le correspondía.
Pero ellos lo tomaron, lo golpearon y lo echaron con las manos vacías. De nuevo les envió a otro servidor, y a este también lo maltrataron y lo llenaron de ultrajes. Envió a un tercero, y a este lo mataron. Y también golpearon o mataron a muchos otros.
Todavía le quedaba alguien, su hijo, a quien quería mucho, y lo mandó en último término, pensando: «Respetarán a mi hijo.» Pero los viñadores se dijeron: «Este es el heredero: vamos a matarlo y la herencia será nuestra.» Y apoderándose de él, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.
¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá, acabará con los viñadores y entregará la viña a otros. ¿No han leído este pasaje de la Escritura: La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos?».
Entonces buscaban la manera de detener a Jesús, porque comprendían que esta parábola la había dicho por ellos, pero tenían miedo de la multitud. Y dejándolo, se fueron.
Recostarse en el amado
Serena humanidad que mansamente
en suave costado nos amansa
sosegando el mal que embravecido
con sus olas encrespadas amenaza.
“¡Venid a Mí! -se oye en lontananza-
y aprended de lo abierto la enseñanza:
sólo hundidos en el fondo de mi llaga,
vivirán reflotando en esperanza.
Venid a Mí, si el vivir de más les cansa,
pues El-que-vive-amando no descansa.
Si aupados los llevo yo en mi carga,
mi cansancio su descanso les alcanza.
Venid a Mí, si el dolor da su asechanza,
a beber del vino transformado que los baña
en la fuente del costado que aún mana
y calmando las heridas emborracha.
Venid a Mí. Traed aquí su barca;
la red tirad a la derecha;
bajad después hasta la playa,
que esperando estoy junto a las brasas”.
Javier Albisu