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San Martín de Porres. (ML). Blanco.
Rom 9, 1-5; Sal 147, 12-15. 19-20.

Evangelio según San Lucas 14, 1-6

Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Delante de él había un hombre enfermo de hidropesía. Jesús preguntó a los doctores de la Ley y a los fariseos: “¿Está permitido sanar en sábado o no?”. Pero ellos guardaron silencio. Entonces Jesús tomó de la mano al enfermo, lo sanó y lo despidió. Y volviéndose hacia  ellos, les dijo: “Si a alguno de ustedes se le cae en un pozo su hijo o su buey, ¿acaso no lo saca en seguida, aunque sea sábado?”. A esto no pudieron responder nada.

A veces hay que esperar

A veces hay que esperar,
porque las palabras tardan
y la vida suspende su fluir.

A veces hay que callar,
porque las lágrimas hablan
y no hay más que decir.
A veces hay que anhelar
porque la realidad no basta
y el presente no trae respuestas.

A veces hay que creer,
contra la evidencia
y la rendición.
A veces hay que buscar,
justo en medio de la niebla,
donde parece más ausente la luz.

A veces hay que rezar
aunque la única plegaria posible
sea una interrogación.
A veces hay que tener paciencia
y sentarse junto a las losas,
que no han de durar eternamente.

José María Rodríguez Olaizola, SJ.