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Feria. 5° de Pascua. Blanco.
Hech 16, 1-10; Sal 99, 1b-3. 5.

Evangelio según San Juan 15, 18-21

A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: Si el mundo los odia, sepan que antes me ha odiado a mí. Si ustedes fueran del mundo, el mundo los amaría como cosa suya. Pero como no son del mundo, sino que yo los elegí y los saqué de él, el mundo los odia. Acuérdense de lo que les dije: el servidor no es más grande que su señor. Si me persiguieron a mí, también los perseguirán a ustedes; si fueron fieles a mi palabra, también serán fieles a la de ustedes. Pero los tratarán así a causa de mi Nombre, porque no conocen al que me envió.

Jesús sube a los cielos para abrirnos camino

Hombres de Galilea, ¿qué estáis mirando al cielo? Ese Jesús que ha sido arrebatado de entre vosotros al cielo vendrá como lo habéis visto ir al cielo (Hech 1, 11)

La última alegría fue quedarte marchándote. Tu subida a los cielos fue ganancia, no pérdida: fue bajar a la entraña, no evadirte. Al perderte en las nubes te vas sin alejarte, asciendes y te quedas, subes para llevarnos, señalas un camino, abres un surco. Tu ascensión a los cielos es la última prueba de que estamos salvados, de que estás en nosotros por siempre y para siempre. Desde aquel día la tierra no es un sepulcro hueco, sino un horno encendido: no una casa vacía, sino un corro de manos: no una larga nostalgia, sino un amor creciente. Te quedaste en el pan, en los hermanos, en el gozo, en la risa, en todo corazón que ama y espera, en estas vidas nuestras que cada día ascienden a tu lado.

José Luis Martín Descalzo