De la Feria. Verde.
Pe 3, 11b-15a. 17-18; Sal 89, 2. 3-4 10 14 y 16.
Evangelio según San Marcos 12, 13-17
Enviaron a Jesús unos fariseos y herodianos para sorprenderlo en alguna de sus afirmaciones. Ellos fueron y le dijeron:
«Maestro, sabemos que eres sincero y no tienes en cuenta la condición de las personas, porque no te fijas en la categoría de nadie, sino que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios. ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no? ¿Debemos pagarlo o no?».
Pero él, conociendo su hipocresía, les dijo: «¿Por qué me tienden una trampa? Muéstrenme un denario».
Cuando se lo mostraron, preguntó: «¿De quién es esta figura y esta inscripción?».
Respondieron: «Del César».
Entonces Jesús les dijo: «Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios». Y ellos quedaron sorprendidos por la respuesta.
Dejarnos mirar por Dios
Dejarnos mirar por Dios nuestro Señor que vino a sanar nuestras heridas y nos llama desde los heridos de la vida. Será tiempo bien aprovechado el que empleemos en acompañar cercanamente a los heridos, los apaleados del camino (cfr.Lc.10, 30), los “leprosos” (cfr.Mc.1, 40), los que no tienen quien los ayude (Jn. 5, 7), los que desde el borde del camino gritan, a veces tumultuosamente, “Señor Jesús, ten compasión de mí” (Cfr. Mc 10, 47).
Mirar con los ojos de Cristo para ver nuevas todas las cosas, es también ver el costado luminoso de la vida y las personas, el movimiento esperanzador que ya está dándose en la realidad.
Necesitamos esa mirada para ver nuestro contexto golpeado por la pandemia y sus efectos colaterales, a veces más duros que el mismo virus. Vernos con una mirada nueva en Cristo.
Pidamos poder contemplar activamente lo que Dios va haciendo en la vida de las personas y de la creación toda… y ayudarlo. Pidamos tener esa mirada, no sólo en la vida apostólica sino también en nuestra vida comunitaria.
Rafael Velasco, SJ.