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Feria. Blanco.
I Jn 3, 11-21; Sal 100, 1-5.

Evangelio según San Juan 1, 43-51

En aquel tiempo, determinó Jesús ir a Galilea, y encontrándose a Felipe, le dijo:
«Sígueme». Felipe era de Betsaida, la tierra de Andrés y de Pedro.

Felipe se encontró con Natanael y le dijo: «Hemos encontrado a aquel de quien escribió
Moisés en la ley y también los profetas. Es Jesús de Nazaret, el hijo de José». Natanael replicó: «¿Acaso puede salir de Nazaret algo bueno?» Felipe le contestó: «Ven y lo verás».

Cuando Jesús vio que Natanael se acercaba, dijo: «Éste es un verdadero israelita en el que no hay doblez». Natanael le preguntó: «¿De dónde me conoces?» Jesús le respondió: «Antes de que Felipe te llamara, te vi cuando estabas debajo de la higuera». Respondió Natanael: «Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel». Jesús le contestó: «Tú crees, porque te he dicho que te vi debajo de la higuera. Mayores cosas has de ver». Después añadió: «Yo les aseguro que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».

Ciclos vitales

Constantemente estamos cambiando de etapas. Finales y principios de cursos, de temporadas, de años… terminar y recomenzar forman parte de la vida. Y siempre es útil, cuando llega un momento de cambio, echar la vista a lo que se va, para aprender de ello, y echar la vista a lo que viene, para proyectar, planificar, soñar y construir. Un año nuevo, por ejemplo. Tiempo de cambios. Cambio de actividades, de ritmo, quizás de lugares. En algunas latitudes empieza el verano. En otras sigue el curso con sus rutinas. Pero el tiempo, en todo caso, va marcando sus cambios. Hemos soñado, rezado, crecido. Habrá habido golpes o alegrías, palabras o silencios, descubrimientos y aprendizajes… Y Dios también presente, en todo ello.

Enséñame, Señor, a aprender de lo vivido. A que la vida no pase por mí sin dejar huella. A que los nombres vayan quedando asociados a memorias fecundas. Enséñame a aprender de los aciertos y los errores. De lo que en los últimos tiempos me ha ayudado a crecer y lo que me ha impedido avanzar. Enséñame a admitir los fracasos que hayan podido llegar y a celebrar las victorias sin perder la humanidad. Dame, Señor, una memoria capaz de evocar, agradecer y pedir perdón por lo que haya podido ser injusto…

Ayúdame, Señor a mirar al futuro e imaginar posibilidades. Fijarme metas. En relación con las gentes, con lo que hago, con la vida. Metas para los momentos de descanso. Para el trabajo. Para el descanso. Coger las riendas de mi tiempo. Seguir abriendo la vida a las personas. Querer cimentar algo con mi historia. ¿Qué puedo construir? Puentes para unir a quien está separado. Mesas donde puedan tener cabida los que nadie quiere. Casas que sean refugio para quien tiene miedo. Palabras que lleguen al solitario. Nuevos caminos que conduzcan a tierras fértiles, que produzcan, para todos, alegría, tolerancia, justicia y comprensión. Puedo hacer tantas cosas que solo tengo que intentar salir de la rutina, de lo ya conocido, y arriesgarme a saltar al vacío.

Pastoral SJ.