05

Cargando Eventos

San Bonifacio. (MO). Rojo.
Tb 1, 3; 2, 1-8; Sal 111, 1-6.

Evangelio según San Marcos 12, 1-12

Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos: «Un hombre plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero. A su debido tiempo, envió a un servidor para percibir de los viñadores la parte de los frutos que le correspondía. Pero ellos lo
tomaron, lo golpearon y lo echaron con las manos vacías. De nuevo les envió a otro servidor, y a este también lo maltrataron y lo llenaron de ultrajes. Envió a un tercero, y a este lo mataron. Y también golpearon o mataron a muchos otros. Todavía le quedaba alguien, su hijo, a quien quería mucho, y lo mandó en último término, pensando: «Respetarán a mi hijo». Pero los viñadores se dijeron: «Este es el heredero: vamos a matarlo y la herencia
será nuestra». Y apoderándose de él, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña. ¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá, acabará con los viñadores y entregará la viña a otros. ¿No han leído este pasaje de la Escritura: «La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: ésta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos?». Entonces buscaban
la manera de detener a Jesús, porque comprendían que esta parábola la había dicho por ellos, pero tenían miedo de la multitud. Y dejándolo, se fueron.

12 certezas del Sagrado Corazón – Amor incondicional

La primera certeza del Sagrado Corazón de Jesús es que somos amados incondicionalmente por Dios. El amor divino no tiene límites ni condiciones. El Corazón de Jesús nos muestra este amor, abrazándonos con nuestras imperfecciones y pecados. No espera a que seamos perfectos para amarnos, nos ama antes de reconocer nuestras limitaciones. Él nos ama tal como somos, porque es su amor el que nos transforma.

A veces dudamos de si somos dignos del amor de Dios a causa de nuestras fragilidades y pecados. Pero debemos recordar que su amor incondicional no depende de nuestros méritos.

No importa en qué situación nos encontremos ahora, debemos confiar en que la gracia de Jesús nos acompañará. Nos dará fuerza, sabiduría y consuelo en momentos difíciles. No estamos solos, Jesús nos sostiene y nos levanta cuando caemos.

Enfrentemos los desafíos con valentía, confiando en la gracia de Jesús. Ten la certeza de que tendrás lo necesario para cumplir tu propósito y dejar una huella positiva en el mundo. No permitas que las dudas y los miedos te paralicen. Confía en el plan perfecto de Dios.

Recuerda siempre que somos amados incondicionalmente por Dios. Que el Corazón de Jesús nos inspire a vivir en la certeza de este amor, permitiendo que la gracia divina nos acompañe en la vida cotidiana. En cada paso y desafío, encuentra fortaleza y confianza en el amor inagotable de nuestro Señor.

Javier Rojas, SJ.
Red Mundial del Papa ARU.