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Memoria obligatoria. Rojo. San Pablo Miki, presbítero, y compañeros, mártires.
Gén 1, 1-19; Sal 103, 1-2ª. 5-7. 10, 12. 24.35c.

Evangelio según San Marcos 6, 53-56

Después de atravesar el lago, llegaron a Genesaret y atracaron allí. Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús, y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba. En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban curados.

Tiempo ordinario. Tiempo de confiar

Pasan los días y no nos damos cuenta. Nos levantamos para continuar con el ritmo de siempre, en el trabajo, el colegio, en casa, o estudiando… la rutina de cada día. Van pasando los días y puede que nos preguntemos ¿y qué hago aquí? o ¿qué estoy buscando? Estamos pasando desapercibidos del resto del mundo.
Pero si nos fijamos en Jesús, nos damos cuenta de que casi toda su vida pasa completamente desapercibido, como uno de tantos. Un tiempo necesario que podemos contemplar en la segunda semana de Ejercicios Espirituales.
Es una invitación a esperar; dejar tiempo para crecer, para ir aprendiendo, madurando, soñando. Es una invitación a confiar. Confiar en aquellos con los que nos cruzamos cada día. Porque éste es el tiempo para los demás. Y también es una invitación a vivir, cada día, como si fuese único. Porque realmente es cada día cuando nos jugamos la vida.

Espiritualidad Ignaciana

6 de febrero:  San Pablo Miki y compañeros: El 6 de febrero de 1597, veintiséis cristianos fueron crucificados en Nagasaki (Japón). Entre ellos había misioneros jesuitas y franciscanos, de origen europeo, pero también religiosos japoneses como Pablo Miki y diecisiete laicos: catequistas, intérpretes, médicos e, incluso, niños. Dieron su vida como testimonio de su fe y su amor a Jesús y a María.