Feria. Verde.
Rm 11, 29-36; Sal 68, 30-31. 33.34. 36-37.
Evangelio según San Lucas 14, 1. 12-14
Un sábado, Jesús entró a comer en casa de unos de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Jesús dijo al que lo había invitado: «Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos. ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!».
Si no he de ser santo
Si, si no he de ser santo, ya no quiero vivir.
Es lo que más anhelo, mi gran tesoro,
que en mi alma deseo con pasión.
Si, si no he de ser santo, quiero morir.
Perla ansiada, inmensidad,
quien te encuentra ya no quiere amar
más que a ti.
Quiero vivir su vida,
quiero pensar cual piensa Él.
Quiero amar lo que Dios ama:
que Él sea quien reine
y yo el que mengüe.
Quiero que sea Él quien viva en mí.
Quiero que seas Tú quien ame en mí.
Si, si no he de ser santo, quiero morir.
Qué me importa la vida si es de mentira.
Escondido tesoro amo yo.
Si, si no he de ser santo, ya no quiero vivir.
Es diamante para pulir,
filigrana para labrar con amor.
El mismo Dios viviendo en mí,
es Jesucristo unido a mí.
Es discreción, es la paciencia,
vivir con celo, sentir su fuego.
Ser caridad y perdón, manso y después,
hablar de corazón a CORAZÓN.
Si, si no he de ser santo, quiero morir,
Qué me importa la vida, si es de mentira.
Escondido tesoro amo yo.
Si, si no he de ser santo ya no quiero vivir.
Es lo que más anhelo, mi gran tesoro,
que en mi alma deseo con pasión.