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Sagrado Corazón de Jesús. Solemnidad (Blanco).
Os 11, 1. 3-4. 8c-9; Is 12, 2-3. 4bcd. 5-6, Ef 3, 8-12. 14-19.

Evangelio según San Juan 19, 31-37

Era el día de la Preparación de la Pascua. Los judíos pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas de los crucificados y mandara retirar sus cuerpos, para que no quedaran en la cruz durante el sábado, porque ese sábado era muy solemne.

Los soldados fueron y quebraron las piernas a los dos que habían sido crucificados con Jesús. Cuando llegaron a él, al ver que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua.

El que vio esto lo atestigua: su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice: No le quebrarán ninguno de sus huesos. Y otro pasaje de la Escritura, dice: Verán al que ellos mismos traspasaron.

Día del Sagrado Corazón: Al estilo de Jesús

La fiesta del Sagrado Corazón nos invita a volver la mirada hacia Jesús para preguntarnos cómo es su modo y cómo podemos vivirlo e imitarlo en el mundo de hoy.

¿Qué hacer para derribar la corteza de la indolencia, la indiferencia, y la apatía que cubre el corazón del hombre? En el corazón del ser humano hay bondad, hay deseo de Dios, capacidad de amar, y esa pizca de “locura” que hace al ser humano una persona capaz de hacer grandes cosas por los demás. Sin embargo, ¿qué nos pasa? ¿Por qué cuesta tanto a algunos cristianos salir del propio “querer y sentir” y mirar al que está sufriendo cerca suyo? ¿Cómo es posible que muchos cristianos sigan creyendo que seguir a Jesús es cumplir unas cuantas normas? ¿Dónde quedó el deseo profundo de imitar la manera de vivir de Jesús?

Cuando contemplamos el evangelio, vemos a Jesús que se acerca al que sufre. Su amor es compasivo. Está dispuesto a acortar la brecha que existe entre las personas que sufren y la vida que Dios quiere para ellos.

Para Jesús el amor es compromiso con la dignidad humana y no sólo palabras. Su amor también es gratuito. Está dispuesto a brindar su ayuda, dedica tiempo para estar con los que sufren, presta oídos para escuchar a los demás, y no teme quebrantar la ley cuando está en juego la dignidad humana.

Por último, el amor de Jesús está llenas de palabras inclusivas y acogedoras. Las palabras de cercanía y ternura que Él dirigía a las personas enfermas, les devolvía la salud. Su manera de hablar directa y firme, pero también suave y tierna, transmitían compasión, aceptación y misericordia. Las personas se sentían curadas por Jesús porque a través de sus palabras se sentían entendidas por Él.

Y nosotros, ¿Cómo procedemos? Necesitamos recuperar ese estilo de vida que tenía Jesús y ejercer el poder sanador que también tienen nuestras palabras y gestos cuando muestran compasión, aceptación y misericordia ante sufrimiento de los demás. Para Jesús la compasión es la manera de proceder de Dios. No es una virtud más, sino su estilo de vida. No se puede aspirar a ser santos sino se procede con compasión y misericordia.

Javier Rojas, SJ.