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San Ambrosio. (MO). Blanco.
Is 26, 1-6; Sal 117, 1. 8-9. 19-21. 25-27; Mt 7, 21. 24-27.
(LS) Ef 3, 8-12; Sal 88, 2-5. 21-22. 25. 27; Jn 10, 11-16.

Evangelio según San Mateo 7, 21. 24-27

Jesús dijo a sus discípulos: No son los que me dicen: “Señor, Señor”, los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero ésta no se derrumbó, porque estaba construida sobre roca. Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: ésta se derrumbó, y su ruina fue grande.

Pregón de Navidad 

Este es tiempo de espera y anhelo, de ilusión, de salir a los cruces y caminos. Es un tiempo de ojos abiertos, de miradas largas como el horizonte y de pasos ligeros por calles y plazas. Este es tiempo de salas de espera, de viajes que llegan con sorpresa, de caminatas alegres y largas, de sueños buenos que se realizan y de embarazos llenos de vida.

Este es tiempo de pregones y sobresaltos, de vigías, centinelas y carteros, de trovadores, profetas y peregrinos, y de todos los amantes de la utopía que van en pos de la estrella que brilla. Este es tiempo de luces, candiles y velas, de puertas y ventanas entreabiertas, de susurros, sendas y pateras, de huellas en el cielo y la tierra y, también, en el corazón de las personas.

Este es tiempo de pobres y emigrantes, de parias, exiliados y desplazados, de los desahuciados de sus casas que se empapan y mojan en la calle y de todos los que no tienen nombre. Este es tiempo de quienes no llegan y rezan, de hogares que se renuevan y mantienen, de los que disciernen serenamente.

Este es tiempo de andar por oteros y valles de de cantar por las cárceles que se abren de romper grilletes, cadenas y fuerzas, de ceñirse coronas de servicio y dignidad, y de madurar como las hojas que vuelan. Este es tiempo de Isaías y Juan Bautista, de María y de José, sin pesadillas, embarcados en la aventura divina y pasando en vela sus horas nazarenas.

Es tiempo que gesta las promesas. ¡Este es tiempo de buenas noticias!

Florentino Ulibarri