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De la feria. Morado.
Os 14, 2-10; Sal 80, 6c-11ab. 14. 17.

Evangelio según San Marcos 12, 28b-34

Un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Cuál es el primero de los mandamientos?” Jesús respondió: “El primero es: “Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas”. El segundo es: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay otro mandamiento más grande que éstos”.

El escriba le dijo: “Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios”. Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: “Tú no estás lejos del Reino de Dios”. Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

La esperanza es una fuerza poderosa que enciende la perseverancia y la fe cuando las cosas se ponen difíciles.

La esperanza es una fuerza poderosa que puede iluminar incluso los momentos más oscuros. Es como un faro en la noche, guiándonos a través de la tormenta con su luz constante y brillante. Cuando las cosas se ponen difíciles, es la chispa que enciende la perseverancia, la fe en un futuro mejor.

La esperanza es esencial para superar los desafíos. Es el combustible que nos impulsa a seguir adelante, a pesar de las adversidades. Es la certeza de que, no importa cuán oscuro parezca el camino, siempre hay una luz al final del túnel.

Fue Emily Dickinson quien escribió una vez: ‘La esperanza es esa cosa con plumas que se posa en el alma y canta la melodía sin palabras y nunca se detiene en absoluto’. Eso es la esperanza, un canto que resuena en nuestras almas, una melodía que nos eleva y nos inspira.

Así que, no importa lo que estés enfrentando, mantén viva la esperanza en tu corazón. Permítele ser tu guía, tu luz en la oscuridad. Porque la esperanza es más que solo una palabra, es una fuerza poderosa, una chispa divina que puede iluminar incluso los momentos más oscuros.

Javier Rojas, SJ.
Camino de Cuaresma.
Una luz en el desierto – Parte 11.