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Feria. Verde.
Rm 13, 8-10; Sal 111, 1-2. 4-5. 9.

Evangelio según San Lucas 14, 25-33

Junto con Jesús iba un gran gentío, y él, dándose vuelta, les dijo: «Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo.
El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. ¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo:»Este comenzó a edificar y no pudo terminar».

 ¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil? Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz. De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.

Oración a Dios Padre, creador y Señor de la historia

Padre y Señor de la historia. Sé que estuviste presente en todos los momentos de mi vida mientras se iba tejiendo mi historia con hilos de amor y dolor. Estuviste siempre presente en los momentos de aflicción, sosteniéndome con tu divina presencia.

Hoy reconozco Padre, que los caminos de la vida son muy misteriosos, pero siempre estuviste, en cada instante, sosteniendo mi vida. Tu amor incondicional fluye hacia mí, sanando las heridas del pasado y permitiéndome encontrar la paz en el presente. A través de tu gracia, experimento la liberación interior, permitiéndome dejar atrás el dolor y abrazar la esperanza que ofreces.

Padre providente guíame y acompáñame en mi camino de regreso a ti. Que tu amor sea mi brújula, conduciendo mi vida hacia la liberación interior. Hoy quiero aprender a vivir con gratitud, integrando y reconciliando en mí lo que ayer no podía comprender. Enséñame a dar gracias por lo vivido y a descubrir la sabiduría que anida en mi interior.
En tu nombre, Dios Padre, te agradezco por ser el Señor de mi historia, del presente y por ser mi guía y refugio en este viaje de retorno hacia ti.

¡Así lo creo, así es, así será!
Amén.

Javier Rojas, SJ.