Feria. San Pedro Claver. (ML). Verde/Blanco.
Col 1, 21-23; Sal 53, 3-4. 6. 8.
Evangelio según San Lucas 6, 1-5
Un sábado, en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas entre las manos, las comían. Algunos fariseos les dijeron: “¿Por qué ustedes hacen lo que no está permitido en sábado?”. Jesús les respondió: “¿Ni siquiera han leído lo que hizo David cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la casa de Dios y, tomando los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes, comió él y dio de comer a sus compañeros?”. Después les dijo: “El Hijo del hombre es dueño del sábado”.
San Pedro Claver, esclavo de los esclavos
Cada mes cuando se anunciaba la llegada del barco esclavista, el padre Claver salía a visitarlos llevándoles comida. Los negros se encontraban abarrotados en la parte inferior del barco en condiciones inhumanas. Llegaban en muy malas condiciones, víctimas de la brutalidad del trato, la mala alimentación, del sufrimiento y del miedo. Claver atendía a cada uno y los cuidaba con exquisita amabilidad. Así les hacia ver que el era su defensor y padre.
Los esclavos hablaban diferentes dialectos y era difícil comunicarse con ellos. Para hacer frente a esta dificultad, el padre Claver organizó un grupo de intérpretes de varias nacionalidades, los instruyó haciéndolos catequistas. Mientras los esclavos estaban retenidos en Cartagena en espera de ser comprados y llevados a diversos lugares, el padre Claver los instruía y los bautizaba. Los reunía, se preocupaba por sus necesidades y los defendía de sus opresores. Esta labor de amor le causó grandes pruebas.
Los esclavistas no eran sus únicos enemigos. El santo fue acusado de ser indiscreto por su celo por los esclavos y de haber profanado los Sacramentos al dárselos a criaturas que apenas tienen alma. Las mujeres de sociedad de Cartagena rehusaban entrar en las iglesias donde el padre Claver reunía a sus negros. Sus superiores con frecuencia se dejaron llevar por las presiones que exigían se corrigiesen los excesos del padre Claver. Este sin embargo pudo continuar su obra entre muchas humillaciones y obstáculos.
Carecía de la comprensión y el apoyo de los hombres pero tenia una fuerza dada por Dios. Muchos, aun entre los que se sentían molestos con la caridad del padre Claver, sabían que hacia la obra de Dios siendo un gran profeta del amor evangélico que no tiene fronteras ni color. Era conocido en toda Nueva Granada por sus milagros.