10

Cargando Eventos

De la feria. Verde.
Heb 2, 5-12; Sal 8, 2ab. 5-9.

Evangelio según San Marcos 1, 21-28.

Jesús entró en Cafarnaúm, y cuando llegó el sábado, fue a la sinagoga y comenzó a enseñar. Todos estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas. Y había en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu impuro, que comenzó a gritar: “¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios”. Pero Jesús lo increpó, diciendo: “Cállate y sal de este hombre”. El espíritu impuro lo sacudió violentamente y, dando un alarido, salió de ese hombre. Todos quedaron asombrados y se preguntaban unos a otros: “¿Qué es esto? ¡Enseña de una
manera nueva, llena de autoridad; da órdenes a los espíritus impuros, y éstos le obedecen!”. Y su fama se extendió rápidamente por todas partes, en toda la región de Galilea.

No necesitas cambiar

Año tras año nos repetimos los mismos propósitos, muchas veces inalcanzables o complejos, para el Año Nuevo. Y, sin embargo, no es raro que tras poco más de un mes no hayamos cumplido ninguno de ellos.
Cuando queremos cambiar algo de nuestra vida, San Ignacio nos invita a considerar –antes que grandes y radicales transformaciones en nuestro modo de vivir– el poner primero nuestra “creación, vida y estado para gloria y alabanza de Dios nuestro Señor” [189]. Orientar lo que ya somos hacia Dios, antes que querer cambiarnos. No necesitamos ser otra persona después de Año Nuevo. Más bien debemos aprovechar el impulso del cambio de año para acercarnos más a Dios, tal y como hemos sido creados, con y desde nuestras formas de ser y estar.

Espiritualidad Ignaciana.