De la feria. Morado.
Is 65, 17-21; Sal 29, 2. 4-6. 11-12a. 13b.
Evangelio según San Juan 4, 43-54
La paz es un estado de tranquilidad que se alcanza a través de la aceptación. Acepta lo que no puedes cambiar y cambia lo que no puedes aceptar.
La paz es un estado de serenidad que se despliega a través de la gracia de la aceptación. Imagina la paz como un lago apacible cuyas aguas reflejan la calma del cielo. Aceptar lo que no puedes cambiar es como dejar que las olas de ese lago se calmen, permitiendo que la superficie se vuelva clara y tranquila.
Transforma lo que te es inaceptable. Es como alterar el curso de un río, no enfrentándote a la corriente, sino redirigiéndola con paciencia y persistencia. Constituye un acto de valentía, de determinación, de amor propio.
Robert Fulghum escribió en una oportunidad: “La paz no es un deseo; es algo que creas, haces, eres y compartes’. La paz no es simplemente un estado, sino un acto de creación. Es algo que generamos en nuestro interior, que cultivamos en nuestras acciones, que encarnamos en nuestro ser y que regalamos al mundo.
Procura siempre la paz en tu interior y tu exterior cambiará para ti. Acepta lo inalterable, transforma lo inaceptable, y hallarás esa paz anhelada. Porque la paz no solo es un estado de serenidad, sino una obra de arte que haces artesanalmente.
Javier Rojas, SJ.
Camino de Cuaresma.
Una luz en el desierto – Parte 12.