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5° de Pascua. Blanco.
Hech 15, 7-21; Sal 95, 1-3. 10.

Evangelio según San Juan 15, 9-11

A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: “Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto”.

Luces de Resurrección

Vivir con Honestidad. Vivir con honestidad en la vida cotidiana es una de las virtudes más importantes que podemos cultivar como seres humanos. La honestidad es una cualidad que se relaciona con la verdad y la sinceridad, y es fundamental para mantener relaciones saludables y construir una vida significativa.

En la resurrección de Jesús, vemos un ejemplo de honestidad en su compromiso con la verdad y su disposición a enfrentar las consecuencias de sus acciones. Con su resurrección vemos que la verdad y la honestidad son más poderosas que la mentira y la falsedad. Vivir con honestidad significa tomar decisiones y actuar de acuerdo con nuestros valores y principios, incluso cuando eso implica enfrentar dificultades y adversidades.

Una forma sencilla de practicar la honestidad en la vida cotidiana es ser sinceros con nosotros mismos y con los demás, reconocer nuestros errores y limitaciones. Ser honestos sobre nuestras necesidades y sentimientos y relacionarnos con los demás sin mentiras ni manipulación.

Otra manera de practicar la honestidad es cumplir nuestras promesas y compromisos, y ser responsables de nuestras acciones. Esto significa reconocer nuestras responsabilidades y estar dispuestos a asumirlas, incluso si eso implica pedir disculpas o rectificar errores.

Recuerda: Vivir con honestidad en la vida cotidiana implica comprometernos con la verdad y la sinceridad, y estar dispuestos a enfrentar las consecuencias de nuestras acciones.

Javier Rojas, SJ.