Nuestra Señora de Guadalupe. (F). Blanco.
Is 7, 10-14; 8, 10; Sal 66, 2-3. 5. 7-8.
Evangelio según San Lucas 1, 39-48
María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: “¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor”. María dijo entonces: “Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz”.
No tengas miedo
No tengas miedo.
¿Acaso no estoy yo aquí que tengo el honor y la dicha de ser tu Madre?
¿Acaso no soy yo tu protección y tu resguardo?
¿Acaso no soy yo la fuente de tu alegría?
¿No estás acaso en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos?
¿De qué otra cosa tienes necesidad?
Virgen de Guadalupe.