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Nuestra Señora del Valle. (MO). Blanco.
Hech 6, 1-7; Sal 32, 1-2. 4-5. 18-19.

Evangelio según San Juan 6, 16-21

Al atardecer de ese mismo día, en que Jesús había multiplicado los panes, los discípulos bajaron a la orilla del mar y se embarcaron, para dirigirse a Cafarnaún, que está en la otra orilla. Ya era de noche y Jesús aún no se había reunido con ellos. El mar estaba agitado, porque soplaba un fuerte viento. Cuando habían remado unos cinco kilómetros, vieron a Jesús acercarse a la barca caminando sobre el agua, y tuvieron miedo. Él les dijo: “Soy yo, no teman”. Ellos quisieron subirlo a la barca, pero ésta tocó tierra en seguida en el lugar adonde iban.

¿Cuánto poner en juego?

¿Cuánto poner en juego?
Ni mucho ni poco… todo.
Menos que eso no basta.
Toda la ternura que uno pueda
sembrar en los gestos.

Todo el valor
para volcarlo en los pasos.
Toda la verdad
para plasmarla en versos.
Todo el furor
para mostrarlo en la brega
contra lo injusto,
contra lo hueco.

El corazón entero en la búsqueda
y la urgencia toda tras tus huellas.
La compasión no puede
partirse en migajas,
ni la fe se puede celebrar a ratos.
Te estremece
del todo el dolor
del hermano, o no basta.

No cabe en el amor el cálculo
o la estrategia, sino un salto al vacío
radical, definitivo, tras tus huellas,
en tu nombre. A tu modo.
O no es Amor.

José María Rodriguez Olaizola, SJ.