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San Juan Crisóstomo. (MO). Blanco.
Col 3, 1-11; Sal 144, 2-3. 10-13; Lc 6, 20-26.
(LS) Éx 32, 7-14; Sal 105, 19-23; Rm 12, 3-13; Mt 9, 35-38.

Evangelio según San Lucas 6, 20-26

Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo: ¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece! ¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados! ¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán! ¡Felices ustedes, cuando los hombres  los odien, los excluyan, los insulten y proscriban el nombre de ustedes, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre! ¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas! Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo! ¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas! ¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas!

La vida desde el agradecimiento

¡Gracias! es una de esas palabras cargadas de significado positivo. Tanto como para que al pronunciarla y al recibirla se produzca un áurea alrededor de lo que se agradece que afloja los corazones, los ablanda, los enternece, empiezan palpitar más acompasados…
Mirar las situaciones, las personas, los detalles, las vivencias desde el agradecimiento es achicarle el terreno al juez interno, es como prepararnos a mirar lo que abunda, lo que nos viene dado, mirando la realidad desde el don, desde la oportunidad y desde el regalo.
Aún, mirar las expectativas y los deseos desde el agradecimiento es como vivir aquello que anhelo como si lo tuviera, como si ya me lo hubiesen regalado. Es como empezar a disfrutar el anhelo de manera anticipada. Es como invitar al deseo a que con su fuerza construya realidad. Agradecer aquello que deseo como si fuera presente concreto y palpable.
Mirar agradecidamente la realidad, no importa el color que tenga, es achicar el espacio al juicio crítico, ponderar lo valioso que cada circunstancia tiene, capturar la excepción cuando parece que todo ¿todo? sale mal. Agradecer es rescatar, aún en las calamidades la presencia de don, de vida, de encanto que la realidad tiene… porque hay excepciones de bondad aún en medio de lo que parece calamidad.
La mirada agradecida es un estilo que se forja, que se entrena, que se desea, que se quiere vivir… estilo que acepta la realidad como es, claro – oscura, y decide vivir desde la claridad que tiene… y el corazón profundo, al final, deseará el agradecimiento incesante, como impulso y pujo de vida de la mirada inicial.

La mirada agradecida ensancha el alma, alegra el corazón, permite reconocer la valía, el manantial y la catarata de Amor que nos rodea en los rostros, en los gestos, en los colores, en mi vida, en la de mi hermano, en las risas, las lágrimas… y en cada oportunidad que la vida nos hace saber que hay Vida y que somos parte de ella.
Mirar con agradecimiento, dar las gracias, reconocer lo que nos viene regalado, seguir agradeciendo sin cesar, es atreverse a vivir de un manantial que no se agota, a desafiar las oscuridades y los dolores, porque el Amor ha ganado la partida y por tanto siempre ¡sí siempre! habrá don para agradecer.
Mirar con agradecimiento y alimentar la mirada del agradecimiento, es descubrir al Dios del detalle, al Dios de lo pequeño, al Dios cercano instalado haciéndose el encontradizo.
Tener una actitud de agradecimiento, es ganarle terreno a las actitudes de juicio y de crítica, es decirle a Dios todo aquello que disfrutamos y queremos seguir recibiendo de Él, para que nunca deje de dárnoslo, como si quisiéramos recordarle a ese Dios Amoroso que nos alimentamos de sus dones y que queremos seguir recibiéndolos. Agradecer por anticipado aún, como si forzáramos la generosidad del Padre (si pudiéramos!!) para que se enternezca ante el pedido de sus hijos amados.
Mirar agradecidamente, vivir del agradecimiento es simplemente vivir del Dios presente en toda ¡sí toda! nuestra preciosa y abundante Vida.

Javier Rojas, SJ.