Miércoles de Ceniza. Morado.
Joel 2, 12-18; Salmo 50, 3-6a.12-14.17; 2 Corintios 5, 20— 6, 2.
Evangelio según San Mateo 6, 1-6.16-18
Jesús dijo a sus discípulos: Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre de ustedes que está en el cielo. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vaya pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres noten que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Camino de Cuaresma – No importa cuántas veces fallemos, siempre hay una oportunidad para empezar de nuevo.
Hoy comenzamos la Cuaresma, un periodo de reflexión y renovación, una travesía espiritual que nos conduce a meditar sobre nuestra fe y nuestras acciones. Inicia con el simbolismo de las cenizas en la frente, un recordatorio de nuestra finitud y humildad. Este acto simbólico recalca que somos polvo y al polvo volveremos, pero también subraya la fragilidad y temporalidad de nuestra existencia.
El acto de abstenerse de ciertos alimentos es una parte integral de la Cuaresma, no solo como forma de privación, sino también como un medio para solidarizarnos con las carencias de los que menos tienen. Contribuye a liberar nuestras vidas de cualquier impedimento, incluso del exceso de información y productos de consumo, para abrir nuestras mentes a la presencia divina.
Por otro lado, la práctica de la oración desempeña un papel crucial en fortalecer nuestra fe y vida cristiana. Nos posibilita enfocar nuestra existencia en Dios, encontrarlo, adorarlo, alabarlo e imitarlo.
La limosna, por último, representa un acto de amor y solidaridad. Ayuda a resistir la tentación de la avaricia, enseñándonos a auxiliar a los demás en sus necesidades y a compartir con generosidad lo que poseemos por gracia divina.
Como expresó el Papa Francisco, «La Cuaresma es un período para creer, es decir, para permitir que Dios entre en nuestra vida y haga su morada en nosotros». Así, la Cuaresma nos brinda la oportunidad de renovar nuestra fe, esperanza y caridad, acercándonos más a la divinidad.
Javier Rojas, SJ.
Una luz en el desierto – Parte 1.