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Feria (Verde).
2Cor 3, 4-11; Sal 98, 5-9.

Evangelio según San Mateo 5, 17-19

Jesús dijo a sus discípulos. No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra. El que no cumpla el más pequeño deestos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.

12 Certezas del Sagrado Corazón – Fortaleza en tus caídas

La quinta certeza del Sagrado Corazón de Jesús es que nos fortalece con su gracia y su amor. Jesús nos da la fortaleza para levantarnos cuando caemos y nos impulsa a perseverar en nuestro camino de crecimiento espiritual.
A veces nos sentimos abrumados por nuestras propias limitaciones y debilidades. Puede ser que luchemos con el pecado, con la duda o con la falta de confianza en nosotros mismos. En esos momentos de debilidad, el Corazón de Jesús nos da la fuerza que necesitamos para seguir adelante sin vacilar.
Él entiende nuestras luchas y nuestras batallas internas. Conoce nuestras debilidades, nuestras caídas y nuestros errores. Pero su amor nos fortalece y nos anima a levantarnos una vez más para seguir adelante en nuestra fe.
Cuando nos sentimos agobiados por nuestras caídas, Jesús nos invita a volver a ponernos de pie. No olvides que Él es nuestro refugio seguro, un lugar de descanso y protección.
La certeza de que Jesús nos fortalece en nuestro camino de fe, nos da esperanza para no desfallecer a causa de nuestras fallas. Jesús nos muestra que no estamos solos en nuestras luchas y que su amor es más fuerte que cualquier debilidad que podamos tener.
Recuerda que no importa cuántas veces hayamos fallado o tropezado, porque Él nos acompaña y está ahí, listo para levantarnos y guiarnos hacia la plenitud espiritual.

Javier Rojas, SJ.
Red Mundial de Oración del Papa.

Oración a San Antonio de Padua

Oh bendito San Antonio, él más gentil de todos los santos, tu amor por Dios y tu caridad por sus criaturas te hicieron merecedor, cuando estabas aquí en la tierra, de poseer poderes milagrosos. Los milagros esperaban tu palabra, que tú estabas siempre dispuesto a hablar por aquellos con problemas o ansiedades. Animado por este pensamiento, te imploro obtengas para mí… (menciona tu petición). La respuesta a mi rezo puede que requiera un milagro, pero aun así tú eres el santo de los milagros.