Misa a elección. De la feria. Verde. San Camilo de Lelis, presbítero. (ML). Blanco.
Gn 46, 1-7. 28-30; Sal 36, 3-4. 18-19. 27-28. 39-40.
Evangelio según San Mateo 10, 16-23
Jesús dijo a sus apóstoles: “Yo los envío como a ovejas en medio de lobos: sean entonces astutos como serpientes y sencillos como palomas. Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en las inagogas. A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos. Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes. El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir. Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquél que persevere hasta el fin se salvará. Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra. Les aseguro que no acabarán de recorrer las ciudades de Israel, antes de que llegue el Hijo del hombre”.
Sabiduría ignaciana – «No satisface el saber mucho, sino el sentir y gustar internamente de las cosas»
En nuestra búsqueda constante de crecimiento y maduración humana y espiritual, a menudo nos encontramos absortos en acumular información y datos, creyendo erróneamente que mientras más sepamos, más plenos y satisfechos nos sentiremos. Sin embargo, es importante recordar que el verdadero deleite y satisfacción no se encuentran en el saber en sí mismo, sino en la experiencia íntima y profunda de las cosas.
La vida está llena de momentos que nos invitan a involucrarnos plenamente en ellos, a saborearlos con todos nuestros sentidos. A menudo, estas experiencias nos brindan un sentido de asombro, conexión y significado que ningún libro o teoría puede igualar. Es a través de sentir y gustar internamente de las cosas que encontramos el propósito y la verdadera felicidad.
Imagínate contemplar un hermoso amanecer y sentir la cálida luz del sol acariciar tu rostro. Piensa en la emoción de escuchar una melodía que te estremece el alma y te transporta a otro lugar. Considera el deleite de compartir una conversación profunda y significativa con un ser querido, en la que puedes percibir su presencia y conexión emocional.
Estas son las experiencias que realmente nos enriquecen y nos hacen sentir vivos. No se trata de la cantidad de conocimiento que poseemos, sino de cómo nos involucramos y apreciamos el mundo que nos rodea. No debemos olvidar que el conocimiento es una herramienta, pero son nuestras experiencias y emociones las que nos llevan a la verdadera plenitud.
Sumerjámonos en la maravilla de cada momento presente, abramos nuestros corazones a las experiencias que nos brinda la vida y permitamos que nos llenen de gratitud y alegría. En este enfoque que nos propone San Ignacio, descubriremos que la verdadera satisfacción y felicidad se encuentran en nuestro interior, en la conexión profunda con el mundo y con nosotros mismos.
Javier Rojas, SJ.