Feria. Verde. Memoria libre. Blanco.
Los siete santos fundadores de la Orden de los Siervos de la bienaventurada Virgen María (Lecturas facultativas: Rom 8, 26-30; Sal 32, 2-11; Mt 19, 27-29).
Gén 11, 1-9; Sal 32, 10-15.
Evangelio según San Marcos 8, 34 – 9, 1
Entonces Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Y les decía: «Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de haber visto que el Reino de Dios ha llegado con poder».
Creer sí, pero ¿para qué?
Y entonces la pregunta. Una que surge de lo más escondido de tu silencio. Una que nos hacemos muchos y que determina en gran medida el modo en que nos planteamos la cotidianidad del día a día y lo extraordinario de unas vacaciones en el mar: ¿Creo? ¿En qué? Y, sobre todo, ¿para qué? Acostumbrados a vivir de eslóganes o de gestos de poca hondura, el reto es enorme: vivir lo que crees sobre el terreno de lo concreto. El tiempo regalado, la ternura en la tormenta o la paciencia con la fragilidad (la propia y la ajena), con las manos de cristal y los pies desnudos. Porque creer es fácil, lo difícil es hacerlo tierra. Pero cuando se le encuentra el sentido, entonces empieza la aventura de creer.
Pablo Martín Ibáñez.
17 de febrero: Los siete santos Fundadores de la Orden de los Siervos de la Virgen María: Hacia el año 1233, siete comerciantes de Florencia se retiraron a la
soledad del Monte Senario, para llevar una vida fraternal de pobreza y de penitencia, en la contemplación de la Pasión de Jesús y bajo el patrocinio de María. Los llamaron los “servidores de María” o “servitas”. Se los celebra el 17 de febrero, día en que murió uno de ellos, san Alejo Falconieri (1310).