Segundo de Pascua. Blanco.
Hech 4, 23-31; Sal 2, 1-9.
Evangelio según San Juan 3, 1-8
Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, que era uno de los notables entre los judíos. Fue de noche a ver a Jesús y le dijo: “Maestro, sabemos que tú has venido de parte de Dios para enseñar, porque nadie puede realizar los signos que tú haces, si Dios no está con él”. Jesús le respondió: “Te aseguro que el que no renace de lo alto no puede ver el Reino de Dios”. Nicodemo le preguntó: “¿Cómo un hombre puede nacer cuando ya es viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y volver a nacer?”.
Jesús le respondió: “Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: ‘Ustedes tienen que renacer de lo alto’. El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Lo mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu”.
Luces de resurrección
¿Cómo actuar con humildad con prácticas diarias? La humildad es una virtud que se puede practicar en la vida diaria. Una forma es a través de la escucha activa. Escuchar con atención y de manera receptiva es una actitud de humildad ya que permite prestar atención a otra persona, profundizar en otros puntos de vista y considerar el aporte de los demás como valiosos. Además, es importante para no hablar demasiado de uno mismo, ya que esto puede estar relacionado con la baja autoestima.
También se puede fortalecer el don de la humildad a través de pequeñas acciones, como estar dispuesto a aprender de quiénes tienen más experiencia, resistir el impulso de querer ser reconocido antes de tiempo o alardear de los logros alcanzados.
Otra manera de trabajar en la humildad es a través de reconocer las limitaciones y errores y no buscar excusas para esconder lo que se hace mal o equivocadamente. En lugar de culpar a los demás o justificar nuestras acciones, debemos ser capaces de reconocer cuando nos hemos equivocado y asumir la responsabilidad de nuestras acciones.
La humildad es una virtud que se puede practicar de modo sencilla en la vida cotidiana. Recuerda; escuchar a los demás, aprender de ellos y reconocer los errores para aprender.
Javier Rojas, SJ.