Feria (Verde).
1Sam 18, 6-9; 19, 1-7; Sal 55, 2-3. 9-13.
Evangelio según San Marcos 3, 7-12
Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, y lo siguió mucha gente de Galilea. Al enterarse de lo que hacía, también fue a su encuentro una gran multitud de Judea, de Jerusalén, de Idumea, de la Transjordania y de la región de Tiro y Sidón.
Entonces mandó a sus discípulos que le prepararan una barca, para que la muchedumbre no lo apretujara. Porque, como sanaba a muchos, todos los que padecían algún mal se arrojaban sobre él para tocarlo.
Y los espíritus impuros, apenas lo veían, se tiraban a sus pies, gritando: “¡Tú eres el Hijo de Dios!”. Pero Jesús les ordenaba terminantemente que no lo pusieran de manifiesto.
Vacaciones
¿Siento que Dios es parte de mi descanso, de mi verano, o se queda como presencia sólo en mis rutinas?
Es tiempo de hacer muchas cosas que siempre apetecen, pero para las que nunca parezco encontrar el momento adecuado: leer alguna buena novela, ver alguna película pendiente, escribir a gente querida, hablar con los míos un poco más despacio… Si las vacaciones son largas, tal vez asomarme a espacios, realidades, gentes que normalmente no forman parte de mi vida… Es tiempo para recorrer espacios distintos.
También es tiempo para un poquito de calidad en la relación con Dios (porque si no, a veces parece que Dios cae en la parte del ‘trabajo’ o la ‘obligación’, cuando resulta que puede ser fuente de encuentro y plenitud). Por eso este verano puede ser un tiempo para intentar conocerle más (leer sobre él, pensar, rezar algún rato, tratar de releer su presencia en mi vida).
¿En qué medida puedo cuidar la relación con Dios este verano?
Es un privilegio poder descansar. Y es una suerte tener una vida que, con sus altos y bajos, me va poniendo en contacto con gentes, con mundos, con historias (también la mía propia). Por eso, el verano puede ser tiempo para una mirada agradecida al tiempo que se va. A lo bueno, que en estos meses ha sido fuente de alegría. A lo difícil, que ha podido ser escuela. A las gentes, las palabras, los momentos. Los retos. A Dios, por la oportunidad de vivir, elegir, caer y levantarme, aprender, amar, construir, imaginar, sentir, pensar, creer… Gracias.
Pastoral SJ.