Feria. San Juan I. (ML). Blanco/Rojo.
Hch 18, 1-8; Sal 97, 1-4.
Evangelio según San Juan 16, 16-20
A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: “Dentro de poco, ya no me verán, y poco después, me volverán a ver”. Entonces algunos de sus discípulos comentaban entre sí: “¿Qué significa esto que nos dice: “Dentro de poco ya no me verán, y poco después, me volverán a ver”? ¿Y qué significa: “Yo me voy al Padre”?”. Decían: “¿Qué es este poco de tiempo? No entendemos lo que quiere decir”. Jesús se dio cuenta de que deseaban interrogarlo y les dijo: “Ustedes se preguntan entre si qué significan mis palabras: “Dentro de poco, ya no me verán, y poco después, me volverán a ver”. Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo”.
Luces de Resurrección
Esperanza activa. La resurrección de Jesús es un evento que trae consigo un mensaje de esperanza inigualable, y practicarla en nuestra vida cotidiana puede transformar nuestra manera de enfrentar los desafíos y dificultades que se presentan. La esperanza no es solo una emoción fugaz, sino una virtud que podemos cultivar y fortalecer a través de la práctica constante y consciente en nuestra vida diaria.
Una forma de practicar la esperanza es aprender a confiar en la providencia divina, sabiendo que podemos encontrar soluciones y salidas a situaciones aparentemente imposibles. La resurrección de Jesús nos muestra que no hay ninguna situación tan oscura o difícil que esté fuera del alcance del poder transformador de Dios, y que Él siempre tiene un plan para nuestro bienestar.
También ponemos en práctica la esperanza cuando tenemos una actitud optimista y positiva en medio de las adversidades. La resurrección de Jesús nos enseña que la vida triunfa sobre la muerte, y que, aunque enfrentemos desafíos y pruebas, siempre hay una posibilidad de renovación y crecimiento.
Otra forma es tener perspectiva a largo plazo, mirando más allá de las dificultades temporales sabiendo que las situaciones actuales pueden cambiar en cualquier momento. De esta manera la esperanza nos ayuda a superar los momentos difíciles y nos impulsa a seguir adelante con determinación.
Finalmente, practicar la esperanza implica también compartir esta virtud con los demás, siendo agentes de cambio y transformación en el mundo, llevando esperanza a aquellos que lo necesitan.
Recuerda: Confiar en la providencia, tener una actitud positiva y una perspectiva a largo plazo para llevar esperanza a nuestro entorno.
Javier Rojas, SJ.