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Feria Privilegiada. Morado.
Jer 23, 5-8; Sal 71, 1-2. 12-13. 18-19.

Evangelio según San Mateo 1, 18-24

Éste fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo.  José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados”. Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: “La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel”, que traducido significa: “Dios con nosotros”. Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa.

Tu esperanza está en el que viene

Si estás cansado y agobiado. Si el fin de año ha llegado con infinidad de exigencias laborales o familiares. Si sientes que los días se pasan volando y apenas te alcanzan para todo lo que te habías propuesto(…). Flexibiliza tu mirada.

Enfócate en tus logros, en tus seres amados incondicionales, en todas las montañas que has subido, en todos los puentes que has cruzado y en todos los escollos que has superado. Y, por sobre todas las cosas, posa tu mirada en El que pronto llega. Él viene a traerte la esperanza que hoy te falta y la paz que tu corazón anhela.

No te inquietes de más. Enfócate en el Niño que te viene…

(…) Si Navidad fuera todos los días nos asombraríamos ante la niñez desvalida y necesitada que nace a cada instante en todo el mundo. Nos acercaríamos a los que nos tienen techo, ni lugar donde descansar como la familia de Nazaret que no hallaba posada. Observaríamos más el cielo para descubrir sus bellezas e invitaciones.

Seguiríamos el trayecto de las estrellas que enmarcan nuestras noches, soñando con la paz y la alegría entre los hombres. Regalaríamos, como lo hicieron los reyes magos: obsequios de amor ante la belleza que se asoma en una cuna. Contemplaríamos extasiados y con reverencia las escenas simples pero significativas que cada día se presentan ante nosotros, tal como lo hicieron los pastores. Abrazaríamos la Vida alegrándonos de que Dios nos la regale a cada instante. Como María y como José.

Que Navidad no sea solo un día en el año, sino un modo de ser, de sentir y de actuar. Te lo pedimos Señor. Que así sea.

Alejandra Vallina.