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Feria. San Juan de la Cruz. (ML). Blanco.
Rm 3, 21-30; Sal 129, 1-6.

Evangelio según San Lucas 11, 47-54

Jesús dijo a los fariseos y a los doctores de la Ley: “¡Ay de ustedes, que construyen los sepulcros de los profetas, a quienes sus mismos padres han matado! Así se convierten en testigos y aprueban los actos de sus padres: ellos los mataron y ustedes les construyen sepulcros. Por eso la Sabiduría de Dios ha dicho: ‘Yo les enviaré profetas y apóstoles: matarán y perseguirán a muchos de ellos’. Así se pedirá cuenta a esta generación de la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde la creación del mundo: desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que fue asesinado entre el altar y el santuario. Sí, les aseguro que a esta generación se le pedirá cuenta de todo esto. ¡Ay de ustedes, doctores de la Ley, porque se han apoderado de la llave de la ciencia! No han entrado ustedes, y a los que quieren entrar, se lo impiden”. Cuando Jesús salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarlo, exigiéndole respuesta sobre muchas cosas y tendiéndole trampas para sorprenderlo en alguna afirmación.

Tu voluntad
A veces me pregunto,
¿cuál será tu voluntad?
Y lo digo encogido,
con la boca pequeña,
como temiendo
una respuesta
que me saque
de rutinas,
de seguridades,
de mi mundo estrecho.
Olvido
que tu voluntad ya la sabía
antes de hacer la pregunta.
Es la dignidad de tus hijos,
la vida a borbotones,
un amor como el tuyo,
la libertad conquistada,
y la fe,
curtida en silencios y batallas.
Y olvido que tu voluntad
me rescata
de rutinas,
de seguridades,
de mi mundo estrecho
para llamarme madre,
hermano y hermana,
compartiendo,
en tu abrazo universal,
el fuego de todo un Dios.
José María Rodriguez Olaizola, SJ.