Feria (Verde).
2Cor 8, 1-9; Sal 145, 2. 5-9ª.
Evangelio según San Mateo 5, 43-48
Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: «Amarás a tu prójimo» y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. Si uste des aman solamente a quienes los aman ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.
Fuegos de Pentecostés – El don de ciencia
El don de conocer para amar. “Es mentira que la razón y la fe se oponen, porque la razón iluminada por el Espíritu nos ayuda a comprender a Dios. El don de ciencia nos da el «conocimiento interno del Señor», del que hablaba san Ignacio de Loyola. El don de ciencia nos brinda la oportunidad de entender mejor el modo de obrar de Dios. Hay más presencia de divina en el mundo de lo que podemos imaginar.
«Conocer más a Dios para amarlo mejor», esto es lo que inspira en nosotros este don de ciencia. Podemos crecer en nuestra relación con Él y comprender mejor su voluntad para nuestras vidas porque lo conocemos mejor. Porque nadie ama a quien no conoce. El don de ciencia nos ayuda a desentrañar los misterios divinos y a tener una perspectiva más clara de nuestro propósito en la vida.
El don de ciencia nos ayuda a apreciar la complejidad y la belleza de la creación de Dios. Nos capacita para ver el mundo con nuevos ojos y apreciar su esplendor. A través del don de ciencia, podemos admirar la sabiduría y el poder divino, y sentirnos más cerca de Él. El don de ciencia nos guía en nuestra búsqueda de conocimiento y nos lleve a una comprensión más profunda de Dios y de su obra en el mundo.”
Javier Rojas, SJ.