
Feria. Verde.
Rm 4, 1-8; Sal 31, 1-2. 5. 11.

Evangelio según San Lucas 12, 1-7
En aquel tiempo, se reunieron miles de personas, hasta el punto de atropellarse unos a otros. Jesús comenzó a decir, dirigiéndose primero a sus discípulos: “Cuídense de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. No hay nada oculto que no deba ser revelado, ni nada secreto que no deba ser conocido. Por eso, todo lo que ustedes han dicho en la oscuridad será escuchado en pleno día; y lo que han hablado al oído, en las habitaciones más ocultas, será proclamado desde lo alto de las casas. A ustedes, mis amigos, les digo: No teman a los que matan el cuerpo y después no pueden hacer nada más. Yo les indicaré a quién deben temer: teman a aquel que, después de matar, tiene el poder de arrojar al infierno. Sí, les repito, teman a ese. ¿No se venden acaso cinco pájaros por dos monedas? Sin embargo, Dios no olvida a ninguno de ellos. Ustedes tienen contados todos sus cabellos: no teman, porque valen más que muchos pájaros”.
En el medio medio de este mundo, te pongo a ti
Cuando no sabemos dónde está Dios.
Cuando pedimos explicaciones por todo.
Cuando no sabemos cómo ayudar a los que tenemos cerca, y a los de lejos.
Cuando parece que nadie va a ayudar a nadie, aparece la misma frase que Dios dio a su Hijo, que Jesús dijo a sus discípulos, que Jesús nos dice a cada uno:
“En medio de este mundo, en medio de tu realidad, de tu trabajo o en tu familia, en el centro de tu vida, te quiero a ti, te pongo a ti. Tú serás mis manos, mis pies, mi cariño, mi alegría, para llevárselos a otros, a otros que me necesitan, a otros que te necesitan. Sólo tú”.
Espiritualidad Ignaciana.