La anunciación del Señor. (S). Blanco.
Is 7, 10-14; 8, 10; Sal 39, 7-11; Hb 10, 4-10.
Evangelio según San Lucas 1, 26-38
El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: “¡Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo!”. Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: “No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y se le llamará Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”. María dijo al Ángel: “¿Cómo puede ser esto, si yo no convivo con ningún hombre?”. El Ángel le respondió: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será santo y se lo llamará Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios”.
María dijo entonces: “Yo soy la servidora del Señor; que se cumpla en mí lo que has dicho”. Y el Ángel se alejó.
40 acciones que transformarán tu vida en esta cuaresma
Ser responsable. Es muy común escuchar que debemos luchar por nuestros derechos, pero muy poca gente habla sobre el valor de ser responsable. Ser responsables implica asumir que nuestras acciones y decisiones acarrean consecuencias. Implica ser conscientes de que nuestras acciones tienen impacto en nosotros mismos, en los demás y en el entorno en el que vivimos. La responsabilidad es esencial para nuestra propia integridad y para la convivencia pacífica y justa en la sociedad. Al asumir la responsabilidad, demostramos nuestra madurez y nuestra capacidad de ser confiables y respetuosos con nosotros mismos y con los demás. Asumamos hoy todas nuestras tareas con responsabilidad y ayunemos de dejar para mañana lo que es importante hacer hoy.
Javier Rojas, SJ.