Santos Timoteo y Tito, obispos. (MO). Blanco.
2Tim 1, 1-8 o bien Tit 1, 1-5; Sal 95, 1-3.7-8a.10.
Evangelio según San Marcos 4, 26-34
La felicidad que buscas
La felicidad que buscas, la felicidad que tenes derecho de saborear, tiene un nombre, un rostro: el de Jesús de Nazaret, oculto en la Eucaristía. Sólo Él da plenitud de vida a la humanidad. Decid, con María, vuestro «sí» al Dios que quiere entregarse a vosotros. Les repito hoy lo que he dicho al principio de mi pontificado: Quien deja entrar a Cristo en la propia vida no pierde nada, ¿nada ? ¿Absolutamente nada e lo que hace la vida libre, bella y grande? ¡No! Sólo con esta amistad se abren las puertas de la vida. Sólo con esta amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la condición humana. Sólo con esta amistad experimentamos lo que es bello y lo que nos libera. Esten plenamente convencidos: Cristo no quita nada de lo que hay de hermoso y grande en ustedes, sino que lleva todo a la perfección para la gloria de Dios, la felicidad de los hombres y la salvación del mundo.
Los invito a que se esfuercen estos días a servir sin reservas a Cristo, cueste lo que cueste. El encuentro con Jesucristo nos permitirá gustar interiormente la alegría de su presencia viva y vivificante, para testimoniarla después en nuestro entorno. Que nuestra presencia en esta ciudad sea el primer signo de anuncio del Evangelio mediante el testimonio de vuestro comportamiento y alegría de vivir. Hagamos surgir de nuestro corazón un himno de alabanza y acción de gracias al Padre por tantos bienes que nos ha dado y por el don de la fe que celebraremos juntos.
Benedicto XVI.