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Santos Timoteo y Tito. (MO). Blanco.
2Tm 1, 1-8 (o bien Tt 1, 1-5); Sal 95, 1-3. 7-8. 10.

Evangelio según San Lucas 10, 1-9

El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. Y les dijo: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: «¡Que descienda la paz sobre esta casa!». Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a la gente: «El Reino de Dios está cerca de ustedes».

Una vida intensa

No es más fuerte quien no llora,
o quien no tiembla,
o quien no vacila.
No es más fuerte quien más grita
o quien menos duda.
No es más fuerte quien golpea con más contundencia.

Es fuerte quien está dispuesto a arriesgarse,
aunque en el camino el corazón
se le atraviese una y mil veces.
Quien se atreve a hablar en tiempos de silencio.
A ser tenido por idiota
por aventurarse a amar sin medida.
Porque quien así vive y actúa no tendrá mucho descanso,
pero sí una vida intensa, y apasionante,
y apurará la humanidad en sí mismo y en los otros.

Pastoral SJ.