4to de Pascua. Blanco.
Hech 13, 26-33; Sal 2, 6-12a.
Evangelio según San Juan 14, 1-6
Jesús devuelve la esperanza a dos discípulos desanimados
«Quédate con nosotros, pues el día declina». Y entró para quedarse con ellos. Puesto con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Se les abrieron los ojos y lo reconocieron (Lc 24, 29-31)
Lo mismo que los dos de Emaús aquel día también yo marcho ahora decepcionado y triste pensando que en el mundo todo es muerte y fracaso.
El dolor es más fuerte que yo, me acogota la soledad y digo que tú, Señor, nos has abandonado. Si leo tus palabras me resultan insípidas, si miro a mis hermanos me parecen hostiles, si examino el futuro sólo veo desgracias.
Estoy desanimado. Pienso que la fe es un fracaso, que he perdido mi tiempo siguiéndole y buscándote y hasta me parece que triunfan y viven más alegres los que adoran el dulce becerro del dinero y del vicio.
Me alejo de tu cruz, busco el descanso en mi casa de olvidos, dispuesto a alimentarme desde hoy en las viñas de la mediocridad.
No he perdido la fe, pero sí la esperanza, sí el coraje de seguir apostando por ti.
¿Y no podrías salir hoy al camino y pasear conmigo como aquella mañana con los dos de Emaús?
¿No podrías descubrirme el secreto de tu santa Palabra y conseguir que vuelva a calentar mi entraña?
¿No podrías quedarte a dormir con nosotros y hacer que descubramos tu presencia en el Pan?
José Luis Martín Descalzo