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Feria. Morado.
Nm 21, 4-9; Sal 101, 2-3. 16-21.

Evangelio según San Juan 8, 21-30

Jesús dijo a los fariseos: “Yo me voy, y ustedes me buscarán y morirán en su pecado. Adonde yo voy, ustedes no pueden ir”. Los judíos se preguntaban: “¿Pensará matarse para decir: ‘Adonde yo voy, ustedes no pueden ir’?”. Jesús continuó: “Ustedes son de aquí abajo, yo soy de lo alto. Ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo. Por eso les he dicho: ‘Ustedes morirán en sus pecados’. Porque si no creen que yo soy, morirán en sus pecados”.

Los judíos le preguntaron: “¿Quién eres tú?”. Jesús les respondió: “Esto es precisamente lo que les estoy diciendo desde el comienzo. De ustedes, tengo mucho que decir, mucho que juzgar. Pero aquel que me envió es veraz, y lo que aprendí de él es lo que digo al mundo”. Ellos no comprendieron que Jesús se refería al Padre. Después les dijo: “Cuando ustedes hayan levantado en alto al Hijo del hombre, entonces sabrán que yo soy y que no hago nada por mí mismo, sino que digo lo que el Padre me enseñó. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada”. Mientras hablaba así, muchos creyeron en él.

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Centrarse en lo bueno. La queja constante no solo es molesta para los demás, sino que también puede tener un impacto negativo en nuestra propia vida. Cuando nos quejamos constantemente, nos enfocamos en lo negativo en lugar de buscar soluciones y oportunidades para crecer y mejorar. Además, nuestras quejas pueden generar un ambiente negativo y poco productivo en nuestras relaciones y lugares de trabajo. En cambio, si nos enfocamos en ser positivos y buscar soluciones, podemos encontrar formas de superar los obstáculos y alcanzar nuestras metas. Ayuna de centrarte en lo negativo y pon atención a las cosas buenas que te pasan durante el día.

Javier Rojas, SJ.